Cada vez que Leny Carrascull escucha esta parte de nuestro himno nacional recuerda los héroes de Malvinas, y allí viene a su cabeza su hermano, Fabricio Carrascull, del regimiento 25 de Comodoro Rivadavia.
Un 2 de abril de 1982 a sol naciente, hace ya 37 años, comenzaba una de las guerras que más profundamente caló en el corazón de los argentinos. Así, los recuerdos de aquel otoño insisten en traer a nuestra actualidad historias de decisiones políticas y acciones bélicas muy cuestionables, pero también demostraciones de verdadero heroísmo y convicción patriótica. Aquella guerra sigue demostrando, creemos, que los argentinos seremos siempre esos ciudadanos del mundo capaces de enfrentar con valor nuestro destino, incluso de lograr cosas imposibles, magníficas, ejemplares, en cualquier terreno en donde nos desafíen.
Entre todas esas historias, hoy queremos destacar la de Leny Carrascull y su hermano Fabricio, un héroe de Malvinas.
¿Cómo fue esa adolescencia con tu hermano?
LC: (Risas) Me identificaba mucho con él porque éramos muy parecidos, si bien era el único varón de mi familia (3 mujeres) era el mimado por todas. Aun así cuando me vine a estudiar a Córdoba y el seguía en Hernando, teníamos un vínculo especial ya que entre otras cosas, pensaba estudiar lo mismo que yo. Justo cuando vino a hacer los cursillos lo llamaron para la
Fabricio nació un 29 de diciembre pero sus padres lo anotaron en enero del año siguiente. Desde que tuvo consciencia le decía a su mamá que tenía que volver a la fecha anterior porque de no hacerlo perdería un año de facultad. Por su cuenta se movilizó y logró que lo cambiaran y por ese cambio le tocó viajar a Malvinas.
REGIMIENTO 25 DE COMODORO RIVADAVIA – El primero que desembarcó en las Islas y del cual, formaba parte Fabricio.
¿Se comunicaron con tu hermano desde que viajó?
LC: Mi papá lo pudo ver gracias a un tío que trabajaba en una concesionaria de autos y tenían que llevar unas camionetas al sur, entonces lo vio, Fabri le había pedido que le llevaran unos rollos para su cámara.
Luego de eso, tenemos muchos aerogramas (hojas que le daban a los soldados para escribir sus cartas y se doblaban y plegaban haciéndose sobre) que traían en los aviones. Siempre con un buen mensaje, tratando de transmitir optimismo y minimizando la situación, o sea, de bien que te contaba de la guerra te pedía que le mandes aceitunas por ej. o mándame “sucaryl” porque es más práctico que el azúcar, te decía.
Durante la guerra la sociedad argentina se comprometió en enviar alimentos, ropa, se armaron campañas para vender joyas…
LC: Vos podés estar de acuerdo con la guerra o no, con los militares de ese momento, lo que no tenés que perder de vista nunca es que hubo muchos soldados y militares que fueron convencidos de la gesta y murieron en consecuencia. Y dentro de la población argentina hubo mucha gente que se sumó también a la causa. Lamentablemente entre medio se robaron encomiendas pero no vale quedarse en eso chiquito. Fabri nos contaba que le llegaban cosas, eso es lo importante.
Me di cuenta años después de que nunca tomé noción de lo que verdaderamente había pasado y como estaba lejos, en la diaria ibas a trabajar, a la facultad, la vida seguía. Se escuchaba la radio pero estaba bastante dirigida la noticia.
¿Cuándo fue la primera vez que viajaste a las Islas?
LC: Fui una sola vez, 10 años después de la batalla. Primero viajaron mis padres pero con una misión de la cruz roja, eso fue apenas terminó la guerra. La Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas se organizó bastante en ese sentido y eso ayudó a que podamos viajar.
Una pausa extraña envuelve la situación ante la pregunta casi evidente de ¿Qué se siente pisar ese lugar?
LC: ¡No se puede explicar! Cuando estaba parada ahí me enojé mucho…no me importaban si las Islas eran argentinas o británicas, lo que importaba es que mi hermano no estaba más. Pero al mismo tiempo, te parás ahí y pensás lo que sintieron ellos para defenderla y TE CONMUEVE EL ALMA.
Cuando viajé ya estaba el cementerio (Darwin) pero las tumbas estaban sin identificar. Ahora voy a ir nuevamente y va a estar el nombre de Fabricio Carrascull en una de las cruces.
¿Cómo fue el trámite de identificación?
LC: Me costó tomar la decisión pero cuando empecé el trámite me di cuenta que realmente estaba con verdaderos profesionales. Hablé con antropología forense y luego con la Secretaría de Derechos Humanos. Luego de varios meses de iniciado el trámite en el que no tuve grandes novedades vinieron desde Buenos Aires un equipo a cargo para hacer un acta donde notificaron como iba a ser el procedimiento, que esa muestra que entregamos solo se iba a utilizar para ese fin y una corroboración de datos como puntos de referencia. Esto iba a demorar como mínimo dos meses más.
En una oportunidad que estoy por ir a visitar a mi hijo a Buenos Aires me llaman justo diciéndome que estaban los resultados. Ese viernes fui hasta el lugar para escuchar el mensaje: me dijeron que si, que era el, me mostraron el informe completo y yo lo único que podía leer era el nombre de mi hermano.
Esto llegó a este puerto ya que al inglés Geoffrey Cardozo le encargaron en su momento exhumar todos los cuerpos de fosas comunes en los distintos lugares de las islas y llevarlos al cementerio de Darwin y nadie creyó que iba a suceder. En el informe me mostraron las imágenes cuando abren la fosa, el uniforme que tenía en ese momento, la foto de los maxilares con la ficha dentaria. Un proyecto de la cruz roja y de ambos gobiernos, argentino y británico, que destaco por el gran trabajo profesional que se hizo.
¿Cómo se cuenta la historia? ¿Se cuenta verdaderamente en las escuelas y otras instituciones?
LC: En mi pueblo por lo menos sí. Se hacen muchas cosas ya que hubo varios soldados que participaron, de hecho, son invitados para esas fechas a conversar con los alumnos y eso les ayudó mucho a tocar ciertos temas desde otro punto de vista. En cuanto a la sociedad en general, salvo que tocara un caso muy cercano, la gente no está muy al tanto o lo ignora porque no se lo han sabido transmitir.
LC: Dentro del ejército el caso de Fabricio fue muy destacado, incluso hay libros que hablan de la batalla (Pradera del Ganso) y de la forma en la que murió…
El teniente Estévez, un hombre referente de muchos soldados murió de entrada. Luego tomó el mando el Cabo Castro a cargo de la radio para trasmitir las posiciones enemigas y lamentablemente también fue abatido. Fue entonces cuando Fabricio se encontró ante dos situaciones: si no agarraba la radio y trasmitía la posición el escenario iba a ser terrible para todos y si agarraba la radio seguramente acabarían con él (debido a que las balas siguen la frecuencia de la radio). Su decisión fue inmediata, sujetó la radio, alcanzó a dar la posición y murió en combate.
Malvinas sigue representando un hito de identidad que en su complejidad nos inspira a extraer valores fundamentales, necesarios a los fines de seguir por la senda del compromiso con nuestra sociedad y su crecimiento: el coraje ante la adversidad, la convicción de lo que se espera de nuestros esfuerzos y la lealtad con nuestros semejantes y con nosotros mismos.
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